Una mamada, un voto
Pedaso de idea.
Este pedacito de chocolate belga de 24 añitos que se llama Tania Derveaux prometió inicialmente una felación (real, no metafórica) a los primeros 400.000 votantes que se inscribiesen en una lista, de cara a las elecciones belgas del próximo 10 de junio de 2007.
¿A que mola?
Un poco después, la promesa bajó a 40.000. Es lógico teniendo en cuenta que, según sus cálculos, solo esas 40.000 mamadas tardaría en hacerlas 500 días a razón de 80 por día, todo esto viajando de aquí para allá, claro.
Lo que no me pareció bien es que a las votantes femeninas les prometió lo mismo pero en Second Life. WTF?? Debió acompañarse de un chico que prometiese los correspondientes cunnilingus si a ella no le apetecía hacerlos personalmente. Pero esa es otra historia.
El problema es que al final dijo que no, que no lo hacía. Pues vaya mierda de promesa, ¿no?
En realidad todo eso no es más que una campaña para demostrar (o mejor dicho, recordar) que los partidos incumplen sus promesas –a veces la totalidad de ellas-, cosa que todos los votantes sabemos pero que a muchos "se les olvida" cada 4 años.
Y es que el ser humano es así. Necesita creer cosas a pesar de que no puedan ser demostradas, y también cuando se ha demostrado empíricamente que no son posibles. Creemos lo que queremos creer. Somos seres emocionales, por supuesto, y eso nos condiciona para bien y para mal.
“La esperanza; la quintaesencia del engaño humano, que es al tiempo la fuente de vuestro mayor poder y de vuestra mayor debilidad”
El Arquitecto, The Matrix Reloaded
Anyway, puestos a divagar, me parece que sería una buena idea esto. Dado que los políticos no piensan cumplir sus promesas políticas ni tampoco van a hacer lo que deben de hacer (no es lo mismo una cosa que otra), y que las ideologías ya no se llevan a la práctica porque están obsoletas, pues en realidad da exactamente igual a quien votes. Entonces, que me manden a alguien tipo Tania, que yo les voto, lo prometo.
Eso sí: La yogurcita, que esté cualificada y de buen ver, y que venga sin prisas, que esto es una cuestión delicada que hay que tratar con mucha calma.
Bill Clinton creo que piensa igual.
Ah; me dice una amiga aquí presente que ella se pide un yogurcito experimentado en tratamientos lingüísticos, y sin prisas también.
Tomen nota pues.